
Existe un debate entre la comunidad científica acerca del uso de conceptos como la “adicción a internet” o la “adicción al móvil”. Pero, sin entrar en el debate, por todos es aceptado el hecho de
que existen conductas de uso y abuso, que en su máxima expresión conllevan consecuencias negativas para los niños y adolescentes que las desarrollan.
La Conducta Adictiva a Internet se caracteriza por la pérdida de control sobre el uso de Internet. Dicha conducta conduce potencialmente al aislamiento y al descuido de las relaciones sociales,
de las actividades académicas, de las actividades recreativas, de la salud, y de la higiene personal.
Los menores que la desarrollan se caracterizan por desarrollar:
-
Tolerancia: el menor siente la necesidad de aumentar el tiempo que pasa utilizando la tecnología
para llegar a sentirse satisfecho. El bienestar que genera su uso va disminuyendo progresivamente, razón por la que buscará alcanzarlo dedicándole más tiempo.
-
Abstinencia: experimenta una sensación desagradable cuando no puede usar la tecnología. Tenderá
a utilizarla de forma compulsiva.
- Dependencia: decimos que un menor está desarrollando una dependencia cuando necesita aumentar progresivamente el tiempo de uso de la tecnología (tolerancia) y además, se siente mal si no puede hacerlo (abstinencia).
En un principio, cuando el adolescente se conecta a Internet recibe una respuesta satisfactoria debido a que encuentra lo que estaba buscando: divertirse,
entretenerse, informarse, comunicarse… En el momento en que empieza a abusar de esta conexión y se siente mal si no está conectado es cuando comienzan a apreciarse las repercusiones claramente
negativas en la vida social, familiar y escolar de ese adolescente.

Pero ¿cómo identificamos el problema? ¿Cuándo debemos preocuparnos?
Si nos preocupa la relación que nuestro hijo pueda llegar a tener con el móvil o con la tablet, debemos tener en cuenta las señales que van a ir apareciendo a lo largo del proceso en el que se llega a una adicción:
- Cada vez necesita estar conectado durante más tiempo para sentirse satisfecho.
- Se siente deprimido, nervioso o enfadado y sólo se le pasa cuando puede usar el móvil.
- Pasa mucho tiempo pensando en cuándo se podrá conectar de nuevo.
- No consigue controlar el tiempo o la frecuencia que pasa conectado.
- Ha dejado de lado actividades u obligaciones por estar con el móvil.
- Prefiere las ciber-relaciones a las relaciones personales.
- Miente en relación al tiempo y la frecuencia con la que se conecta.
Lo más probable es que ellos mismos autocorrijan ese comportamiento con el paso del tiempo. Sin embargo, y a pesar de todo, debemos realizar un seguimiento y transmitirles la información necesaria para evitar riesgos mayores. Si aun así, el problema persiste, es cuando debemos consultar con un especialista.
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